Pobre Darín:
Siempre tan ingenuo. Le hacen decir cualquier cosa, lo sorprenden en su buena fe a cada rato, qué barbaridad. Me remito al artículo que escribí el 9 de julio de 2012, Un mundo esquizofrénicoHoy, 8 de enero, leí una declaración a la prensa del actor Federico Luppi, que suele tener las ideas muy claras, en la que dijo que su amigo Ricardo Darín había estado más pelotudo que ingenuo al dejarse llevar por un periodista. En realidad creo que Luppi es el que está siendo ingenuo u obnubilado por la amistad o el respeto por un artista talentoso.
La lista de las palabras que se
usan con sentido errático o francamente equivocado es muy amplia así que me voy
a extender sólo a las cuatro que pienso que son las más vapuleadas en estos
últimos tiempos:
Fascismo, socialismo, holocausto y
genocidio.
Fascismo y socialismo no son dos
sistemas equivalentes por más que en ambos haya, o debiera haber, amplio
control estatal sobre los negocios. Ni siquiera esa condición les es totalmente
propia ya que existen países netamente capitalistas con un gran ejercicio de
control estatal, como Japón (*). En realidad, de por sí casi todos los
países en condición de guerra tienen un estado planificador y controlador, ya
que de otro modo el esfuerzo bélico se perdería en un fárrago de intereses
particulares e ineficiencias. Y no por eso se convierten en fascistas o
socialistas. Por lo que para acusar a alguien de fascista, por ejemplo, hay que
ver algo más que la forma en que el estado determina en los negocios y su
voluntad totalitaria. Y para decir que alguien es socialista o socializante,
habría que ir más allá del nombre del partido al que pertenece y ver cómo es la
política que propugna o ejerce. Si uno compara el socialismo de Zapatero, que
gobernó en España, con el llamado socialismo
árabe, cuyo ejemplar más famoso fue Khaddafi, verá que más diversos no
podrían ser y que ninguno de los dos se aproxima, siquiera, a cualquier
definición de socialismo que pueda ser atendida. Al fin de cuentas si una mujer
se llama Bella, no tiene por qué
serlo.
Tampoco cualquier masacre es un
genocidio. La palabra genocidio siempre alude a una voluntad por parte de los
asesinos de purificación racial o como mínimo, a la eliminación completa de un
grupo social. Hay muchos de los considerados crímenes de guerra que no constituyen un genocidio. Extender el
significado de genocidio al de crímenes de guerra le hace perder buena parte
del indecible horror que le es propio.
ὁλόκαυστον
Holocausto. Del griego, extinción
por el fuego. Por extensión se le dio este nombre a la masacre organizada por
el nazismo durante la segunda guerra mundial con los gitanos, comunistas,
débiles mentales, homosexuales y, sobre todo, los judíos.
Como en el caso de la palabra
genocidio, otra vez holocausto no es sinónimo de masacre. Y no lo es ya que se
entiende que un holocausto necesitaría ser organizado técnicamente, ser delito
de lesa humanidad y tender a la extinción de algún grupo social en una escala
enorme. Como se ve, el Holocausto fue un genocidio, pero todo genocidio no es
un holocausto.
Queda, por último, una voluntad de
usar las palabras a modo de insulto. En esos casos ya no importa demasiado el
significado sino lo que se les asocia de peyorativo. Y argumentar sobre la
corrección de esa clase de uso carece de sentido ya que es bien sabido que
cuando aparece el insulto es porque faltan los argumentos.
(*) No existe un estado que no planifique. Si un
estado no planifica a su sociedad es porque hay un estado externo en una
relación colonial o semejante a la colonial, que es la que la planifica.
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