El Blog de Emilio Matei

lunes, 24 de junio de 2013

Una botella al mar

Dave Leander, un buzo norteamericano, encontró una botella con un mensaje en el fondo del río Saint Clair, en Michigan, a diez metros de la superficie y enterrada en el barro del fondo. La botella había sido tirada hace noventa y siete años.

Botella al mar

 Qué espera uno de un mensaje casi centenario. Qué fantasías se puede imaginar.

Lo primero que viene a la mente es el mensaje de un enamorado o de una enamorada. Alguien que quiere dar transcendencia a su éxito o a su fracaso en una relación con el otro sexo. Alguien que, a lo mejor, no tiene interlocutor para contar su alegría o su tristeza.

El mensaje estaba escrito en el ticket de un parque de diversiones, el Tashmoo Park, inaugurado en Detroit a fines del siglo XIX.

También se puede esperar el mensaje de un romántico a alguien del futuro, tal vez muy lejano. Mira, diría el mensaje, yo soy así. ¿Cómo serás tú? Y lo pongo en y no en vos porque esos mensajes tratan de llegar de la mejor manera posible y para eso se les suele dar una forma neutra, no del todo coloquial, que acentúa el lugar común del medio que se eligió para enviarlo.

Qué más se puede poner en una botella no sabiendo a quién va dirigida ni cuánto tiempo pasará antes de que alguien la lea o si será leída alguna vez.

¿Una denuncia que podría costar la vida de quien la hace? ¿Un amor ilegítimo que se desborda en la imposibilidad de ser compartido con los demás? ¿Un pedido de ayuda desesperado?
No hay caso, un mensaje embotellado y tirado a las aguas tiene un encanto kitsch muy especial. Pero mucho más especial es el descubrir que no dice nada de lo esperable.

¿O sí? Tal vez la interpretación del mensaje que han hecho los medios sea parcial. Más acorde a la moral actual que a lo que puede haber reflejado con su texto tan minimalista.

Parque de diversiones
Dos chicas, una de las cuales tenía veintidós años en 1916, firmaron el mensaje. Esa chica ya no puede contar cuáles fueron las motivaciones que las impulsaron, a ella y a su amiga, a enviar un mensaje con ese contenido y de ese modo. Tillie Esper murió en 1984. Su nieto, que pasó a la fama sólo por ser eso, el nieto, nunca había oído hablar del tema.

Having a good time at Tashmoo, decía el mensaje: La pasamos bien en
Tashmoo. Y todos se maravillan por la simplicidad e ingenuidad del mensaje. Y todos hacen una
interpretación literal y básica del mismo, le asignan un significado como corresponde a dos ex jóvenes, abuelitas al fin, al menos una de ellas, y respetables finaditas en la actualidad, de paseo por un parque de diversiones muy divertido en una pura y lejana juventud.


Pero. ¿Y si el mensaje ocultara algo mucho más interesante? ¿Y si en ese parque las abuelitas hubieran perdido su virginidad en manos de un feriante mexicano? ¿Y si en realidad el alcohol y una pegajosa tarde de verano las hubiera impulsado a una relación lésbica en la ribera del río Saint Clair?

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