Para mucha gente los animales son todos iguales, parte de la
creación o, para dejar a todos contentos, parte de la evolución, y por eso
merecen nuestro respeto. Pero en
realidad esa misma gente se comporta con mucha hipocresía sobre este asunto.
Y da mucha más importancia a la inteligencia, a algún peregrino concepto sobre
lo bello o al antropomorfismo de algunos animales, que a los puros sentimientos
que deberían ser universales e indiscriminados. Curioso, porque son los que
suelen decir que priorizan a los sentimientos por sobre la razón, según ellos madre
de todos los males.
Piojo |
Para demostrar la verdad de mis aseveraciones quiero dar como
ejemplo lo que estos últimos tiempos vemos por televisión, el martirio de un
piojo, el asesinato inmisericorde mediante ahogamiento que somete un nuevo
producto al piojo. Treinta segundos, ¡treinta segundos!, de una agonía
infinita. No es la cara del piojo la que se muestra, que además suele ser poco
expresiva, sino todo el cuerpo. Que en su lenguaje corporal, en el movimiento
de las patas, primero desesperado y luego cada vez más lento hasta la
inmovilidad total y definitiva, se puede percibir el sufrimiento de esa
criatura tan amiga de nuestros niños y mujeres y que, para colmo, suele tener
en su interior nuestra propia sangre.
Y esa exposición de tortura y muerte se hace en el prime time televisivo sin proteger o
prevenir siquiera a los niños de ningún modo.
No hay caso, poco a poco la humanidad va perdiendo todos los
sentimientos que le quedaban. Ya nada le resulta respetable, ninguna
organización defiende a nada ni nadie en forma creíble. Y mucho menos si ese
alguien es feo o no crea simpatías, como es el caso del piojo. Como si la
belleza, entregada por Dios o, para dejar a todos contentos una vez más, por la estadística, sin ninguna justicia,
fuera un valor superior a los demás.
Sushi de ballena |
Qué quedó entonces del respeto a la naturaleza, a la vida,
si ni siquiera se mata respetando la dignidad del asesinado como en el caso de
vacas, cerdos, etc. Nadie, pero nadie nadie, salió en defensa del piojo. Y no
se trata ya de Green Peace (N. de mi
T.: Meada Verde), ya que quedó en evidencia estos últimos tiempos que responde
a intereses mucho más espurios de los que declara, bien instalados a la derecha
y favorables a las empresas que prefieren gentes preocupadas por las ballenas o
los delfines que por la propia gente en sí y para sí, Hegel dixit.
Lo único que nos falta es que aparezca algún delivery ofreciendo sushi de ballena con un DVD incluido en el que se muestre cómo fue cazada y trozada, a lo mejor, en forma no tan misericordiosa.
Lo único que nos falta es que aparezca algún delivery ofreciendo sushi de ballena con un DVD incluido en el que se muestre cómo fue cazada y trozada, a lo mejor, en forma no tan misericordiosa.
Por lo que y en conclusión, como suelen decir las mujeres de
edad avanzada y algún viudo mientras esperan que el carnicero los atienda: ya
no se puede creer en nadie.
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