El Blog de Emilio Matei

sábado, 23 de febrero de 2013

Sushi de ballena

¿Quién es el que decide qué animalito debe ser considerado amoroso y digno de más protección que otro?

Para mucha gente los animales son todos iguales, parte de la creación o, para dejar a todos contentos, parte de la evolución, y por eso merecen nuestro respeto. Pero en realidad esa misma gente se comporta con mucha hipocresía sobre este asunto. Y da mucha más importancia a la inteligencia, a algún peregrino concepto sobre lo bello o al antropomorfismo de algunos animales, que a los puros sentimientos que deberían ser universales e indiscriminados. Curioso, porque son los que suelen decir que priorizan a los sentimientos por sobre la razón, según ellos madre de todos los males.

Piojo
Para demostrar la verdad de mis aseveraciones quiero dar como ejemplo lo que estos últimos tiempos vemos por televisión, el martirio de un piojo, el asesinato inmisericorde mediante ahogamiento que somete un nuevo producto al piojo. Treinta segundos, ¡treinta segundos!, de una agonía infinita. No es la cara del piojo la que se muestra, que además suele ser poco expresiva, sino todo el cuerpo. Que en su lenguaje corporal, en el movimiento de las patas, primero desesperado y luego cada vez más lento hasta la inmovilidad total y definitiva, se puede percibir el sufrimiento de esa criatura tan amiga de nuestros niños y mujeres y que, para colmo, suele tener en su interior nuestra propia sangre.

Y esa exposición de tortura y muerte se hace en el prime time televisivo sin proteger o prevenir siquiera a los niños de ningún modo.

No hay caso, poco a poco la humanidad va perdiendo todos los sentimientos que le quedaban. Ya nada le resulta respetable, ninguna organización defiende a nada ni nadie en forma creíble. Y mucho menos si ese alguien es feo o no crea simpatías, como es el caso del piojo. Como si la belleza, entregada por Dios o, para dejar a todos contentos una vez más,  por la estadística, sin ninguna justicia, fuera un valor superior a los demás.

Sushi de ballena
Qué quedó entonces del respeto a la naturaleza, a la vida, si ni siquiera se mata respetando la dignidad del asesinado como en el caso de vacas, cerdos, etc. Nadie, pero nadie nadie, salió en defensa del piojo. Y no se trata ya de Green Peace (N. de mi T.: Meada Verde), ya que quedó en evidencia estos últimos tiempos que responde a intereses mucho más espurios de los que declara, bien instalados a la derecha y favorables a las empresas que prefieren gentes preocupadas por las ballenas o los delfines que por la propia gente en sí y para sí, Hegel dixit.

Lo único que nos falta es que aparezca algún delivery ofreciendo sushi de ballena con un DVD incluido en el que se muestre cómo fue cazada y trozada, a lo mejor, en forma no tan misericordiosa.

Por lo que y en conclusión, como suelen decir las mujeres de edad avanzada y algún viudo mientras esperan que el carnicero los atienda: ya no se puede creer en nadie.

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