El Blog de Emilio Matei

martes, 20 de agosto de 2013

La importancia del costo de la energía

El estado de bienestar o Estado Providencia (en inglés The Welfare State) es un concepto de las ciencias políticas y económicas con el que se designa a una propuesta política o modelo general del Estado y de la organización social, según la cual el Estado provee ciertos servicios o garantías sociales a la totalidad de los habitantes de un país.

Obreros
Vivir bien significa, en el caso de los asalariados del mundo capitalista, que constituyen la base social y la parte más grande de las poblaciones, tener un buen sueldo en relación a los precios. Un buen poder adquisitivo. Y tener un buen sueldo casi siempre se identifica con las dificultades para exportar en un mundo competitivo como el actual.

Sin embargo en un estado de bienestar, tomando como definición aproximativa la que figura más arriba, existen recursos para mantener sueldos relativamente bajos o con menor incidencia en el precio final de los productos, sin hacerles perder ese poder adquisitivo. Los subsidios a los alimentos, a la energía eléctrica y al transporte, sumados a otros beneficios sociales, cumplen también, y entre otras, esa función. Claro que a costa de pérdida de capacidad para la creación, mejoramiento y mantenimiento de las infraestructuras del país.

El costo de la energía subyace a casi todos los precios que las personas deben pagar. Es bastante obvio que detrás de los precios del transporte, de la calefacción y la iluminación eléctricas, del uso de hornos de cocción o de producción de insumos, y de tantas otras actividades, hay una componente muy importante de costo en combustibles.
Si se toma como ejemplo el del transporte automotor, se verá que existe una componente de capital, el vehículo en sí, y otra de combustibles, naftas y aceites. Para mantener este último costo bajo, habrá que subvencionarlo, lo que implicaría derivar parte de los impuestos hacia ese objetivo, o, producir más combustible y a más bajo costo.

El problema es que la producción de combustibles, como la de alimentos, no siempre es limpia. En la mayor parte de los casos hay que llegar a un equilibrio entre las necesidades a cubrir y la contaminación resultante. Teniendo claro que un cierto grado de contaminación es inevitable, al menos en el estado actual de la tecnología.

El Paraíso
En realidad minimizar la contaminación es un imperativo. Dejar de producir combustibles porque contaminan, es una barbaridad que condena a los pobres, siempre a los pobres, a quedarse en su pobreza.

Las posiciones fundamentalistas que obligarían a las mayorías a vivir en peores condiciones bajo el argumento de que la contaminación nos embarga el futuro, se parecen bastante a los argumentos de las religiones en cuanto a aceptar un presente miserable en función de un paraíso que nos espera más adelante.


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