El Blog de Emilio Matei

domingo, 28 de octubre de 2012

Crítica de los mensajes

Al artículo que escribí el 2 de agosto pasado, publicidad y lenguaje, le quiero agregar una crítica más general. Apunto al uso de las palabras que hacen muchos políticos o supuestos comunicadores sociales.

Que el lenguaje nos representa, no es ninguna novedad. Tampoco es novedoso, aunque tiende a ser olvidado, que es útil para definir quién es el otro, o la alteridad, qué es lo mismo pero dicho con ¿más elegancia poniendo en evidencia el buen nivel y la proximidad a las ciencias humanas del emisor del mensaje?
El que no nos entiende, el que no alcanza a comprender lo que queremos decir, es: el otro.
Insisto con este tema porque me parece fundamental: cada vez que pertenecemos a algo, estamos definiendo a los que no pertenecen.
 
El relato(*), la demanda agregada, el valor simbólico, el juez subrogante y tantas otras palabras que se crean en cada disciplina, en cada corporación, y que son usadas por personas con la razón o la excusa de una necesidad que creo que debería ser probada.

Qué pasa cuando la audiencia no pertenece

Un neologismo bien logrado es un hallazgo que resulta en la mejor definición y en un ahorro importante de palabras, no cabe duda. No es lo mismo decir homeóstasis que equilibrio dinámico, por ejemplo. Con el agregado de que es bien sabido que los sinónimos perfectos no existen. Pero en este caso, ¿es imprescindible? Ya  es usualmente necesario explicar con detenimiento y con ejemplos, qué es un equilibrio dinámico, lo que un biólogo o un médico llamarían homeóstasis, como dije, o lo que podría ser un pozo de potencial, para un físico; como para agregar la complejidad de una denominación particular.

¿Sida o Aids?, dime con quién andas y te diré quién eres

¿Cuál es la diferencia entre Sida y Aids, o entre globalización y mundialización? La diferencia, en realidad, no es más que la escuela que la usa, en este caso la norteamericana o la francesa. Y luego cada una de ellas agrega como diferencias de su definición sólo a las diferencias políticas o, más probablemente, de política universitaria, cuando no el puro nacionalismo que las produjo. Y los que las usan se definen, sólo por usarlas, en una u otra posición. ¡Y sólo por el uso de una palabra!

Pero mejor dejar a los científicos usar las palabras como se les dé la gana en la medida en que lo hagan entre ellos. Es su derecho. Pero tanto para ellos como para los que toman su lenguaje como propio, es como mínimo de buena educación usar un lenguaje plano y comprensible cuando se dirigen a un grupo social complejo o mixto  Sobre todo cuando lo que se quiere comunicar es más importante que comunicar lo lindo, inteligente y sabio que uno es, y todavía más, cuál es el grupo al que uno pertenece.

Dicho sea de paso, qué fácil es para un servicio de informaciones saber quién es y qué piensa una persona con sólo hacer un análisis del lenguaje que usa.

(*) El relato, no me gusta para nada esa forma de referirse a una interpretación de la realidad, sea esta interpretación honesta o no. Ya que remite a una pura ficción, quitando al estudio de la realidad la posibilidad de aferrarla lo suficiente como para entenderla y modificarla. Es la misma posición que reemplaza la palabra conocimiento por la palabra saber. Dando un tono entre irracional y esotérico al proceso, siempre difícil e incompleto, de comprensión de la realidad, priorizando a una supuesta e indefinida sensibilidad para percibir los hechos del mundo real sumada a la pura memoria, dejando de lado al pensamiento organizado, el que usa a la realidad como una biblioteca que debe ser leída, inclusive pero no exclusivamente desde la sensibilidad y la intuición, para luego ser analizada por la razón y, cuando la ciencia y el mundo real objetivo lo permite, puesta a prueba.

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